Es impresionante ver que hay cosas que llevan
a algunas personas a cambiar su punto de mira y sin embargo otras pasan por lo mismo
casi sin darse cuenta. Y como eso, todo. Cada persona va a vivir una misma
experiencia de una forma personal y única, sujeta a lo que es en el presente y
cómo ha llegado hasta aquí. Una misma situación en la misma persona, pero
vivida en un momento distinto, puede ser entendida de una forma radicalmente
diferente, y si esto mismo lo imaginamos entre personas distintas, las posibilidades
son infinitas. Cada decisión forja la persona que hoy eres tú, “no tendría que
haber hecho aquello”, “si volviera atrás, cambiaría esto”, sí, pero hoy no
serías tú, serías parecido pero otro. Eso es bueno, es que eres cada una de las
cosas que has vivido, no se han ido, ahí están para ti, en ti.
Pero… ¿qué pasa si esas cosas no nos gustan
demasiado, si son circunstancias que no hemos sido capaces de superar? Pues
entonces tenemos un problema. Las experiencias nos enseñan para bien y para
mal, nos hacen actuar de forma distinta desde ese momento porque hemos
aprendido algo. Si hemos aprendido a tener más confianza en nosotros mismos y a
ser eso que queremos ser, todo va bien, pero si no es así y lo que aprendemos
es que en cualquier momento nos pueden dañar o que no valemos lo suficiente, entonces
eso hay que cambiarlo, y con urgencia, para dejar de arrinconar a quien queremos
ser en realidad. El concepto de “quiste energético” parte de esta premisa. Situaciones
que no hemos sabido afrontar o no hemos sido capaces de vivir y transmutar,
permanecen incrustadas en nosotros, pero ¿queremos que eso marque nuestra vida?
La Terapia Craneosacral puede ayudarnos.
Dentro de esta técnica puede suceder la Liberación Somatoemocional, que nos va
a liberar de esa mochila en la que vamos echando de todo y que tanto nos pesa. En
ocasiones, los terapeutas soltamos los tejidos y con eso la emoción deja de
estar atrapada y queda libre para ser “limpiada”, y en otras, la emoción es la
que nos va a dar acceso al cuerpo. Lo que siempre sucede es lo que el cuerpo
necesita y es capaz de afrontar en este momento.
No se trata de psicoterapia, sino que
consiste en una terapia manual, realizada mediante un tacto sutil, sin
invasión, sin forzar, siguiendo los ritmos propios del paciente, y siempre de
una manera suave. Es una técnica que trata a la persona como una totalidad,
tratamos el cuerpo para ayudar a todo su conjunto, y eso nos permite ir sacudiendo el polvo del
camino que se va quedando pegado para poder comenzar una nueva travesía.
¿Vamos?