Para empezar...



Para empezar...

¿Quién no ha pensado alguna vez cómo habría sido nacer siendo otra persona o con otras características genéticas? Pues bien, eso es algo sobre lo que ya poco podemos hacer… Pero hay algo sobre lo que sí podemos incidir y es qué hacer con eso que tenemos, cómo adaptar nuestro cuerpo a nuestras necesidades. Ya que tenemos el cuerpo que nos ha tocado, lo mejor es mantenerlo en su estado óptimo, eso es lo que vamos a pretender al recorrer esta Senda del Cuerpo SANO. En ese camino diario también vamos a encontrarnos muchas trampas que van a intentar desviarnos de nuestra ruta, atajos o lastres que van apareciendo a medida que caminamos pero que en realidad nos hacen un flaco favor. Algunas terapias nos pueden ayudar a mantenernos en ruta y, si no estamos en nuestro mejor momento, a buscar el camino de vuelta a nuestra senda.

Mi nombre es Sonia y soy Fisioterapeuta. Llevo más de 15 años formándome y trabajando con diferentes terapias y métodos, principalmente manuales y naturales. En este blog poco a poco te iré proponiendo técnicas y terapias con las que trabajo a diario, contadas junto a mis vivencias personales, con el propósito de que también a ti puedan acompañarte a recorrer ese camino.

Y llegado este momento, una vez finalizadas las presentaciones, ¡cojamos carrerilla y disfrutemos del viaje!

jueves, 11 de octubre de 2012

¡Ya no quiero cargar más!


Es impresionante ver que hay cosas que llevan a algunas personas a cambiar su punto de mira y sin embargo otras pasan por lo mismo casi sin darse cuenta. Y como eso, todo. Cada persona va a vivir una misma experiencia de una forma personal y única, sujeta a lo que es en el presente y cómo ha llegado hasta aquí. Una misma situación en la misma persona, pero vivida en un momento distinto, puede ser entendida de una forma radicalmente diferente, y si esto mismo lo imaginamos entre personas distintas, las posibilidades son infinitas. Cada decisión forja la persona que hoy eres tú, “no tendría que haber hecho aquello”, “si volviera atrás, cambiaría esto”, sí, pero hoy no serías tú, serías parecido pero otro. Eso es bueno, es que eres cada una de las cosas que has vivido, no se han ido, ahí están para ti, en ti.

Pero… ¿qué pasa si esas cosas no nos gustan demasiado, si son circunstancias que no hemos sido capaces de superar? Pues entonces tenemos un problema. Las experiencias nos enseñan para bien y para mal, nos hacen actuar de forma distinta desde ese momento porque hemos aprendido algo. Si hemos aprendido a tener más confianza en nosotros mismos y a ser eso que queremos ser, todo va bien, pero si no es así y lo que aprendemos es que en cualquier momento nos pueden dañar o que no valemos lo suficiente, entonces eso hay que cambiarlo, y con urgencia, para dejar de arrinconar a quien queremos ser en realidad. El concepto de “quiste energético” parte de esta premisa. Situaciones que no hemos sabido afrontar o no hemos sido capaces de vivir y transmutar, permanecen incrustadas en nosotros, pero ¿queremos que eso marque nuestra vida?

La Terapia Craneosacral puede ayudarnos. Dentro de esta técnica puede suceder la Liberación Somatoemocional, que nos va a liberar de esa mochila en la que vamos echando de todo y que tanto nos pesa. En ocasiones, los terapeutas soltamos los tejidos y con eso la emoción deja de estar atrapada y queda libre para ser “limpiada”, y en otras, la emoción es la que nos va a dar acceso al cuerpo. Lo que siempre sucede es lo que el cuerpo necesita y es capaz de afrontar en este momento.

No se trata de psicoterapia, sino que consiste en una terapia manual, realizada mediante un tacto sutil, sin invasión, sin forzar, siguiendo los ritmos propios del paciente, y siempre de una manera suave. Es una técnica que trata a la persona como una totalidad, tratamos el cuerpo para ayudar a todo su conjunto,  y eso nos permite ir sacudiendo el polvo del camino que se va quedando pegado para poder comenzar una nueva travesía. ¿Vamos?

domingo, 7 de octubre de 2012

Yo soy yo y mis circunstancias


 
Llega el frío y a todos nos cambia algo por dentro, a unos mucho y a otros poco, se acaba el tiempo de (tanto) esparcimiento y comienza el de (más) recogimiento, pero es raro el que se libra de alguna pequeña catarsis, aunque bueno, siempre están los que viven en perpetuo esparcimiento o recogimiento, pero ese es otro tema...

Ahora empezamos a meternos más “hacia dentro” de todo, en nuestra casa y en nuestro cuerpo. Y es ahí, en el cuerpo, donde guardamos nuestras mayores posesiones, donde tenemos la caja fuerte llena de recuerdos, experiencias y vivencias, y donde están nuestros secretos.

En ocasiones tratamos a nuestro cuerpo como mero continente, como si sólo importara esa caja fuerte, y tratamos de hacerla más bonita, más cómoda, más funcional, o más agradable hacia los demás. Pero otras veces estamos centrados en su contenido, en lo que guardamos dentro, en la parte emocional, en todas esas vivencias que nos acompañan y no paran de manifestarse en nuestro cuerpo y nuestros pensamientos. En otras ocasiones, nos centramos en ese contenido pero en la parte intelectual, tratamos de estar más formados, de tener mayor preparación, más “cultura”, hacer crecer lo que hay dentro de esa caja fuerte…

Una caja vacía no sirve de nada, y para guardar nuestros secretos la caja no debe estar rota o deteriorada. Entonces, ¿cómo es que en el cuerpo no lo vemos? A veces, tratamos de tener una caja preciosa, con un diseño impactante, llamativo, pero luego lo de dentro es caótico o vacío. O al revés, estamos tan centrados en tener una alta calidad interna, que descuidamos la imagen y fortaleza.

Está claro que ninguna de estas situaciones es la ideal, lo correcto es el equilibrio, y sin embargo, nos pasamos la vida centrados en una o, no sé qué es peor, pasando de una a otra como si cambiásemos de canal. Porque el cuerpo es uno, con lo de fuera y lo de dentro, todo forma parte de un mismo todo que debe convivir en armonía. No podemos enfermar sólo de una cosa, nuestros músculos, sangre o hígado, sino que nuestro ser se ve afectado en su totalidad cada vez que algo lo altera.

Esta es la base de las terapias holísticas, fuente de la que beben la Naturopatía o determinadas terapias manuales como la Terapia Craneosacral o la Osteopatía, de las que iré hablando más adelante. “Holístico” quiere decir que se entiende el cuerpo como un todo inseparable, no como la suma de todas sus partes, toda la persona está sufriendo un proceso único en este momento. No podemos decirle a un paciente “Hola, señor cólico nefrítico, pase usted”, sonaría demasiado raro, ¿verdad? Pero en el fondo estamos asumiendo que suceda un poco eso cuando los pacientes acuden a un especialista o incluso nosotros mismos, cuando les recomendamos que vayan a ellos. Se pierde mucha información, porque nadie va al ginecólogo y le dice que además le duelen las rodillas o que ha sido abandonada por su pareja, por ejemplo. Esta es la razón por la que las terapias basadas en este entendimiento completo de la persona han cobrado una gran importancia en los últimos tiempos, tantas veces hemos sentido que algo no cuadra que ahora sabemos que es necesario integrar a la persona dentro de toda su realidad para que nos podamos hacer una idea de quién es de verdad y qué es lo que le pasa.

Así que cuando vamos a la consulta de un profesional, en lugar de meter las manos en los bolsillos y echar a andar, debemos preguntarnos ¿lo llevo todo?