Atascos, vecinos ruidosos, luces
fluorescentes, incómodas posturas largamente mantenidas, prisas, aires
acondicionados, estrés, facturas, jefes que te piden que trabajes más en menos
tiempo, la casa, la familia… Puffff…
Muchos de nosotros estamos recién regresados
de las vacaciones, aclaro, ese corto periodo de “tiempo para nosotros” en el
que mágicamente pretendemos borrar la huella del trabajo y las obligaciones que
nos han acompañado durante todo el año, pero realmente ¿cuántos venimos limpios
para afrontar otro año completo hasta que llegue otra nueva bocanada de paz?
Vamos dejando para otro momento el bienestar
porque “en este momento no tengo tiempo”, “no consigo cuadrar los horarios” o
“ahora hay otros asuntos que me preocupan más” sin tener en cuenta el efecto
que eso está produciendo sobre todo nuestro organismo en estos instantes.
Podemos seguir dejando a nuestro cuerpo de lado pero no por mucho tiempo, tarde
o temprano llegará el día en el que se haga oír porque se comporta como un niño
caprichoso, que si no consigue llamar nuestra atención por las buenas, entonces
será por las malas, pero será.
Y lo curioso es que cuando el cuerpo se
empieza a quejar nos sorprendemos muchísimo porque nuestro cerebro nos dice
“sigue adelante” mientras que el cuerpo dice “ehhh, déjame respirar un poco”.
Un angelito y un diablito se posan sobre nuestros hombros para decirnos a un
oído “cuídate, cúrate” y al otro “mueve el culo, tienes muchas cosas que
hacer”.
Ahí es donde entramos en juego los que nos
dedicamos a las terapias manuales, el paciente quiere que “le quites ese dolor”
de la manera más cómoda y rápida posible. Y es que eso forma parte de la
naturaleza humana, lo queremos todos y lo queremos ya. He entrecomillado “le
quites ese dolor” a propósito, con el fin de aclarar esa contradicción más
adelante. Y es que eso es tarea ardua. Es como si nos pasásemos años sin
limpiar la cocina y de repente quisiéramos pasar una bayeta y dejarla
reluciente en segundos. Difícil, ¿no? Y sin embargo, al cuerpo le pedimos eso,
que sea capaz de aguantarlo todo sin ningún tipo de mantenimiento, sin
revisiones, y con las piezas que nos vienen de serie.
Los profesionales de la salud nos dedicamos a
tratar muchas patologías que podrían haber sido minimizadas de haber sido
tratadas a tiempo. Por eso, este primer post he decidido dedicarlo a la importancia
de la PREVENCIÓN, la adquisición de hábitos saludables, entre los que hoy
destaco tener todos los sellos puestos en nuestro “libro de mantenimiento”.
Porque en este camino estamos todos, lo que marca la diferencia es la manera de
caminar.
http://www.boosterblog.es
Es cierto. Todos dejamos nuestros achaques porque tenemos cosas que hacer y no nos tomamos en serio lo que de verdad importa.
ResponderEliminarMuy bueno el artículo, sigue así.
Besos.